Todo el tiempo que me falta

Todo el tiempo que me falta
es el que necesito para aclararme por dentro.
Me encantaría decir que soy libre,
pero mi mente es una eterna trampa,
y no deja de hacerse un lío completo.
Cuando consigo vencer a los fantasmas,
siempre resurgen de lo oculto de mi corazón.
Estoy harta de recurrir a lo amargo,
de fingir tras una barrera,
de convertir mi ser,
en el ser de otros.
Me gusta la música triste,
los poemas de amor,
y la películas románticas.
A pesar de querer decir que no,
necesito el cariño de la gente.
Siempre agradar,
agradecer,
y querer lento.
Siempre mentirme,
culparme,
ocultarme en otro mundo paralelo al real.
No me gusta la realidad,
sentirme herida,
sentirme traicionada por lo que siento
y no puedo cambiar.
Odio mirarme desde los ojos de una sociedad,
y quererme,
pero luego odiar cada centímetro de mi cuerpo,
cada rastro de amor,
cada pequeño lunar poético.
Y no hago poesía,
eso es lo peor,
que nunca tendré la sensibilidad de Baudelaire.
O no llegaré a la sutileza de Becquer.
O a los sentimientos desesperados
de los malditos Románticos.
Siquiera podré llegar al terror de Poe,
en un intento frustrado de escribir poesía.
No revindicaré como Machado,
O marcaré las entrañas como Lorca.
Gente que amaba la cultura.
Gente que no tenía musa,
su musa estaba en ellos adherida.
Que eran la cultura en sí.
Todo el tiempo que me falta
es el que necesito para aclararme por dentro.
Es el que le dará un valor a mí existencia...



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