Está fallando
Si algo ha estado fallando durante años en la educación actual, es
la falta de enseñanza en el campo de educación emocional.
No nos han enseñado a
naturalizar la expresión de emociones, la gestión de la frustración, de la ira,
de la tristeza. Estamos creciendo en un mundo en el que nos obligan a vivir
continuamente en un estado de felicidad y, si ésta no existe, seguir en su búsqueda
y negarse a sentir otras emociones o sentimientos diferentes.
En sí mismo, tenemos una gran
carencia a la hora de aceptar o identificar éstas: por ejemplo, cuando sentimos
tristeza lo identificamos como algo que nos hace experimentar una sensación
angustiosa y bastante desagradable. No obstante, esta sensación es necesaria y
existe para concentrarte en solucionar los problemas que estás viviendo en
dicho momento o para enfrentarte a un duelo o una pérdida.
Parece mentira, pero llorar
está tan mal visto que cuando una persona lo hace en la calle es observada de
forma extraña o, incluso, algunas personas llegan a preocuparse realmente. Así
mismo, llorar es algo terapéutico, es necesario y te libera de una gran carga
de estrés y ansiedad. Esto tiene unos factores biológicos y químicos, pero no
entraré en ello, ya que carezco de los suficientes conocimientos cómo para
explicarlo.
Hay diversas emociones que en
sí mismas son negativas, pero que por ignorarlas no vamos a dejar de
experimentarlas y vivirlas. Por ello, es necesario que se añada al currículum
de las personas desde que son niños hasta que son personas mayores. Es decir, a
lo largo de todo su ciclo vital.
Creo que, si se empezara a
añadir en el currículo, muchas de las insuficiencias que existen actualmente en
la sociedad se erradicarían: aumentaría la empatía, el desarrollo sostenible,
la concienciación, el bienestar tanto social como personal e incluso
disminuirían enfermedades como la ansiedad, depresión o incluso el
estrés.
Si nos enseñarán a gestionar
cada emoción, a ser asertivos, a saber decir que “no”, posiblemente
mejoraríamos en muchos aspectos. Sin embargo, en los últimos años se ha
incrementado un desarrollo poco controlado, el egoísmo, el individualismo, la
psicología comercial, la violencia, la desigualdad, etc.
Una experiencia personal, fue
el que me contó una chica, en el que me comentó cómo observó que unos chavales
pegaran una paliza a una persona sin hogar, sin entender que sea cual sea su
experiencia personal y lo que le haya llevado a vivir en la calle, el respeto
es una de las cosas más necesarias en el mundo.
Sin embargo, no nos enseñan
absolutamente nada de las emociones, no nos enseñan a gestionar o no
naturalizan que la expresión y la utilización de la palabra es una de las
mejores formas para solucionar cualquier problema con el resto de las personas.
Necesitamos dar un giro y
aspirar a mejorar el mundo, a preocuparnos por las diferentes realidades, a
pedir que se comprometan de verdad los partidos, los estados, etc., y a
intentar ser la mejor persona que podamos. Admito, que este texto necesita
mayor fundamentación teórica y que, sinceramente, he de sumergirme por completo
en este campo.
Sin embargo, me motivé a escribir esto porque llevo viendo durante
años una gran carencia de valores y una necesidad de demostrar algo que es
indemostrable, una fortaleza basada en roles de géneros, en estereotipos, en
prejuicios y en una falta total de información y conocimiento sobre las emociones,
sentimientos, etc.
Nos hemos cegado con el éxito, el poder, la necesidad de ganar
cada vez más dinero y se nos han olvidado los sueños, los hobbies, los buenos
momentos y disfrutar del resto de la gente.
Sin duda, si algo me gustaría
es que las personas pudiesen disfrutar de descubrir el alma de los demás,
porque cuando alguien te demuestra su mundo interior y conectas, no hay nada
más bonito.
Una amiga me dejó esta frase para el recuerdo y no pienso
olvidarla: "If you want to go fast, go alone. But, if you want to go far,
go together."(Proverbio áfricano).
Quizás es más bonito darse la
mano, que ponerse la zancadilla, para así, aspirar a algo más fuerte, más bonito, más
humano. Y es que el amor es una frontera sin límites, una felicidad, un
sentimiento tan abstracto y diferente para cada persona que merece la pena
conocerlo, vivirlo y experimentarlo.
Por último, siempre nos preguntan que queremos ser de mayores y me estuve alimentado de muchos sueños, ideas, proyectos, etc. Pero sin duda, un día llegue
a la clave de lo que realmente aspiro en mi vida y, es que, si puedo elegir
algo, pienso elegir ser buena persona.
Quizás si todos lo eligiésemos, si todos quisiéramos de verdad, podríamos
dejar el mundo mejor de lo que nos lo hemos encontrado, porque merece la pena no
ser recordado, pero dejar que la gente siga viviendo y generando recuerdos.
Aunque a este paso, estamos cada vez más cerca de ser maquinas, de acabar con
nosotros, con las otras especies y con la libertad de la que se nos ha dotado
desde tiempos inmemoriales. Tenemos inteligencia, pero si la utilizamos para
enseñar a destruirnos, estaremos desaprovechando una fuente de creación, mejora, creatividad, respeto, amor e independencia.
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