Recuerda haber vistos ojos bonitos, pero los suyos eran especiales.
Tras un mostrados de postres típicos de Praga se encontraba un chico rubio, de ojos azules y facciones marcadas.
Ella se situaba en la mesa de un bar bebiendo una cerveza tostada, nunca solía pedirla, pero aquella la tomaba con deseo.
Llevaba unos largos días viajando, conociendo sitios, culturas, idiomas y sobretodo conociendo personas. Sin embargo aún se ponía colorada cuando le hablaban y no sabía responder con soltura.
Aquella chica levanto la mirada hacía el puesto y vio como hacía los postres, pero también se le aceleró el corazón más de lo normal, joder, otra vez no.
No paró de mirarle, cada vez era más guapo o quizás era aquel medio litro de cerveza que cada vez se le subía más a la cabeza.
 De repente durante unos segundos él levantó la mirada y la contempló, ¡qué idiota!, había observado que la chica le miraba y rápidamente quitaba su mirada al coincidir. Se ponía muy colorada, era preciosa, era realmente preciosa y de repente aquella sonrisa tonta.
A unos metros siguieron mirándose durante un rato más. pero esta vez no quitaba demasiado la vista de su trabajo. Era una completa desconocida y además compartía mesa con su familia.
Pasó más o menos una hora, las cervezas se acabaron, la familia se marchó y encima acabaron descontentos. Sin embargo la chica se reía a la vez que se alejaba de su familia, cuando sonreía sin avergonzase era aún más guapa, y eso que era una chica bastante normal.
Se buscaron con la mirada, pero un montón de turistas que estaban pidiendo hicieron que no se encontrarán. Ella se alejaba más y más, hasta desaparecer entre la multitud de aquella gran avenida.
Fue en ese momento cuando ambos, alejados el uno del otro, supieron que nunca más se verían.
Pero quizás aquella chica no olvide aquellos grandes ojos azules que le hicieron ponerse colorada y le robaron rápidas pulsaciones de su corazón.


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