Alma despeinada

Miró a aquella chica y sintió que había un mundo detrás de aquellos ojos, pero también llevaba demasiadas horas bebiendo... Durante mucho tiempo la buscó, a veces consciente, otras inconsciente, pero nunca la encontró.
Aquella mañana cogió el bus y la vio, cuando menos se lo esperaba, entonces estuvo mirándola, pero ella a él no le miró y de repente en una parada se bajo, antes de que él pudiese llamar su atención. Estuvo otro montón de tiempo intentando encontrarla, intentando coincidir en los sitios donde podía verla, pero parecía que ambos vivían en dos tiempos que nunca se juntaban. No sabía como pero cada vez se fue hundiendo más y más, ya nada tenía sentido, su vida se había convertido en un conjunto de sentimientos muertos que le ahogaban y que encima no eran nada. Entonces decidió escapar, escapar en el lugar porque nunca puedes escapar de tus fantasmas, miedos o de ti mismo, van a estar ahí y tus fantasmas o miedos solo es cuestión de plantarles cara. Huyó a un lugar en el que nadie podría encontrarle y en el que tan solo se encontraría a si mismo. Más tarde empezó a construir su vida y se convirtió en aquel edificio esbelto de las calles de Madrid, retirando el cartel de estúpidos bancos podridos de dinero, esos bancos consumían la belleza del edificio y así pasaba con las personas que él tenía alrededor.
Un gran día, cuando ya no buscaba nada, se topo con sus grandes ojos negros y así sin quererlo el destino le dio la oportunidad de vivir en tiempo real. Está claro que nadie completa a nadie, que tú eres una naranja completa y que ya por ser naranja merece la pena conocerte, eso aprendió aquel emigrante de alma despeinada que decidió marchar...

V.K. Texto de ficción.

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