Pequeños versos sangrientos.

Me he rendido de intentar quererte, de intentar querer a otros hombres.
Me he rendido por culpa de las ilusiones que venían y se iban en horas.
Me he sentido estúpida de todas las formas de arrastrarme por los diferentes chicos que quería.
Me he sentido perdida porque les daba todo mi ser, pero ellos lo tiraban por la ventana.
Me he sentido fría y solitaria.
Me he hecho heridas por querer, heridas que no se borran con el tiempo.
He bajado demasiado pronto la guardia para que me clavaran una espada.
Me he clavado espinas de rosa, imaginando una belleza que no existía.
Seré las lágrimas que nunca verás.
Las oraciones simples y compuestas que nunca leerás.
Seré mi sangre en el papel y mis pulmones agarrados por la melancolía de tu ser.
Seré la chica tonta enamorada que todo el mundo sabe jugar con ella.
Pero también seré mis cartas, mi libertad, la esperanza que me regala la vida, los sitios a los que he viajado, los sentimientos bonitos, la risa, la locura y el pequeño toque de cordura por las noches.
Seré el mar y las estrellas que nunca alcanzarás.
El pelo rizado que una vez se ha ido, jamás volverá.
El poco cariño que me queda.
Y el puerto en tu ciudad que guarda los barcos que llevan tu tristeza, para que más tarde partan con la felicidad.
Seré la rosa que se regalan los enamorados.
El libro de poesía que te hace llorar.
La naranja entera que te dará un dulce sabor a tu boca amarga.
Una canción en medio de la nada.
La guitarra que suena en un concierto de un bar.
Los ojos más brillantes de la ciudad.
La sonrisa que te dará seguridad.
Sin embargo has de entender que también seré la ciudad oscura.
La tormenta que te cala.
El frío helador.
La amargura de mi alma.
Los recuerdos consumidos.
El río con la corriente muerta.
Los restos de un fuego apagado.
La ilusión partida.
Y el corazón herido.
Seré muchas cosas que no entenderás, que no entiendo...

V.K.

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