Como un aguijón de abeja, te claves cada vez más...
Este es el texto que nunca me permití escribirte por miedo a despedirme de ti.
Sin embargo ha llegado el momento de aceptar que no volverá a pasar nada más, que no volveré a verte, ni podré besarte, siquiera decirte todo lo que has supuesto estos meses para mí.
Podría odiarte, llamarte estúpido por nunca haberme querido, llorar por no haber sido capaz de decirte aquella noche lo increíble que me parecías, pero no lo haré, o al menos no lo haré más.
Sinceramente tan poco voy a darte las gracias, simplemente ha pasado y simplemente formaste parte de mi pasado año, formaste parte de una de las mejores lecciones que me ha dado la vida.
Esta lección se compone de que a veces es inútil luchar por alguien que nunca volverá y que si de verdad quieres a alguien por mucho que te cueste debes dejarle huir, debes dejar que huya su olor entre tu ropa, sus recuerdos en tu mente y esos ojos que se te han quedado clavados desde aquella noche que le conociste.
Me cuesta decir adiós, pero es estúpido mantenerte en mis adentros y que como un aguijón de abeja te claves cada vez más.
Me ha gustado conocerte, a estas alturas no voy a mentir.
Recuerdo los sentimientos que nacieron en mi nada más conoceros y esos sentimientos son los más dulces que había vivido desde hace muchísimo tiempo. Pero a veces las historias no coinciden, no creo que por culpa del destino, si no porque al fin y al cabo las personas somos distintas perspectivas que a veces coinciden de perfil, pero otras veces se alejan entre planta y alzado, cómo si nos tratásemos de unas vistas en 3D.
El caso es que no puedo pedir que la vida cambie, no puedo pedir volver atrás y cambiar mi historia, ahora entiendo que tú nunca vas a formar parte de ella como yo deseo que lo formes. Sin embargo ya no me preocupa pues me queda mucho camino por recorrer y no puedo tener ni una mínima idea de lo que está a punto de ocurrirme.
Para bien o para mal ese 24 sucedió, para bien o para mal después de casi un año decido escribirte esta carta de despedida que nunca llegó a tiempo.
Sin embargo ha llegado el momento de aceptar que no volverá a pasar nada más, que no volveré a verte, ni podré besarte, siquiera decirte todo lo que has supuesto estos meses para mí.
Podría odiarte, llamarte estúpido por nunca haberme querido, llorar por no haber sido capaz de decirte aquella noche lo increíble que me parecías, pero no lo haré, o al menos no lo haré más.
Sinceramente tan poco voy a darte las gracias, simplemente ha pasado y simplemente formaste parte de mi pasado año, formaste parte de una de las mejores lecciones que me ha dado la vida.
Esta lección se compone de que a veces es inútil luchar por alguien que nunca volverá y que si de verdad quieres a alguien por mucho que te cueste debes dejarle huir, debes dejar que huya su olor entre tu ropa, sus recuerdos en tu mente y esos ojos que se te han quedado clavados desde aquella noche que le conociste.
Me cuesta decir adiós, pero es estúpido mantenerte en mis adentros y que como un aguijón de abeja te claves cada vez más.
Me ha gustado conocerte, a estas alturas no voy a mentir.
Recuerdo los sentimientos que nacieron en mi nada más conoceros y esos sentimientos son los más dulces que había vivido desde hace muchísimo tiempo. Pero a veces las historias no coinciden, no creo que por culpa del destino, si no porque al fin y al cabo las personas somos distintas perspectivas que a veces coinciden de perfil, pero otras veces se alejan entre planta y alzado, cómo si nos tratásemos de unas vistas en 3D.
El caso es que no puedo pedir que la vida cambie, no puedo pedir volver atrás y cambiar mi historia, ahora entiendo que tú nunca vas a formar parte de ella como yo deseo que lo formes. Sin embargo ya no me preocupa pues me queda mucho camino por recorrer y no puedo tener ni una mínima idea de lo que está a punto de ocurrirme.
Para bien o para mal ese 24 sucedió, para bien o para mal después de casi un año decido escribirte esta carta de despedida que nunca llegó a tiempo.
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