Nunca tuve el detalle

Nunca tuve el detalle de escribirte la prosa de mis venas. Nunca fui capaz de terminar ninguna de mis cartas sin destino, pero con destinatario.
Sé que me olvidarás con los años, y,  es tan posible que ya lo hayas hecho que no te voy a culpar. No obstante fuiste mi salvación, sí, tú, una pequeña niña de dos años hizo que no me rindiera demasiado pronto.
Aún recuerdo tu dulce sonrisa, tus ojos brillante e inocentes, tus dulces abrazos y aquel beso en la mejilla que me quisiste dar de despedida. Después de tanta mierda y de sentirme infeliz durante una larga semana, tú me devolviste una sonrisa y mucha fuerza para afrontar lo que se me venía. Me hiciste sentir valiosa en una realidad que en ese momento no me gustaba nada.

Te deseo que nunca te partan el corazón, que tengas picardía para que no te hagan daño, pero que no intentes hacer daño a otros.
Me encantaría que no dejases que arruinen tu vida por unos meros comentarios, ni que decidan por ti, ni que temas a vestirte de un modo por lo que tengan que decir.
Deseo que encuentres a alguien que te corresponda, que te hagan sentir valiosa y querida y que no te desmotiven en tus proyectos.
Desearía que tuvieras apoyo para afrontar los problemas y que no tuvieras miedo a ser quien quieras ser.
Me alegraría saber que dices lo que necesitas decir y que no te sientes atada y esclava de nada ni de nadie.

Además, en el hipotético caso de que te hicieran sentir como una mierda, espero, que como yo, tuvieses la suerte de encontrar una niña que te hiciese sentir querida.

El mundo no es fácil y es más complejo a medida que te metes en el mundo de los adultos, sin embargo sé que cualquier persona, dependiendo de la edad, te puede enseñar algo.
Tú me recordaste que debía quererme e ir con la gente que me quiere, sin intentar gustar a los demás.

Tú me olvidarás, pero yo siempre te recordaré como lema de superación.

V.K.

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