Y les volvió a sorprender

¿Y si admitía que había caído en sus dulces ojos? ¿Y si admitía que todo lo que había conocido hasta ahora había cambiado? ¿Y si creía haberse confundido una vez más, pero no le importaba? Era así aquel chico se había pillado de esa persona sin casi conocerla y aunque iba con miedo, había caído en su sonrisa y en sus palabras, ¿qué le pasaba?, otra vez no.

Aquella chica de ojos azules le miraba inquieta a aquel chico, era extraño, sentía algo, sin embargo a penas le conocía, pero le brillaban tanto sus ojos negros, sonreía tanto y se le aceleraba tanto el corazón cuando lo tenía cerca, que a penas pudo resistir ser atraída por él. 

Se miraron varias veces seguidas, todo aquello era una locura, nunca les había pasado, hacía tiempo que no le veía y que no hablaban, pero sentían algo muy fuerte, sin embargo no se atrevían a decir nada, no podían arriesgarse a que su corazón cayese en otra tempestad. Se saludaron, sus amigos tiraron para delante y comenzaron a hablar ellos dos solos, aunque nada fuera de lo normal, no obstante hablaron durante horas ellos dos.  
Finalmente ambos se fueron para su casa, ella miró el móvil, pero no tenía ningún mensaje, en fin, era una bobada, le pasaría lo de siempre. 
Él miró el móvil, sin embargo no había rastro suyo, qué rabia le daba, sentía impotencia. Tras tanto pensar decidió dejarle un mensaje y ella nada más llegarle lo miró y le salió aquella sonrisa tonta de chica enamorada. 
-Hola 
-Hola, ¿Qué tal? 
- ¿Bien y tú? 
-Bien, me alegro
- Y yo. Necesitaba hablar contigo - Contestó él, qué había hecho, estaba temblando, esto nunca le había pasado. 
-¿Así?, ¿qué querías decirme?- Repuso ella muy nerviosa
- ¿Te gustaría que quedasemos un día los dos solos?
-Me encantaría
-Buenas noches, preciosa
-Buenas noches 

Él dejó el móvil encima de la mesa, no entendía nada de lo que le había hecho hacer su mente y su corazón, pero no había sabido tan mal arriesgar aquella noche. 
Ella puso el móvil encima de su pecho y revolvió su pelo rubio, estaba contenta, había quedado con aquel chico tan guapo. 

Al día siguiente se vieron, estuvieron mucho ratos juntos, fueron de un lado para otro, pero al final se sentaron en un viejo árbol.
-Me tengo que ir en breves- dijo ella.
- Yo también, aunque antes te acompaño a casa.- respondió él
-Oh, gracias- Contestó ella 
Sus miradas se quedaron unidas durante unos segundos y sus rostros se fueron juntando poco a poco, hasta que finalmente ella sintió su respiración y él sintió ese olor a rosas que tanto le gustaba, no pudieron evitarlo y enseguida se besaron. Nunca se hubiesen esperado el enamorarse entre ellos, nunca habrían esperado que sintiesen eso el uno por el otro, pero la vida les volvió a sorprender, porque como dicen, la vida es aquello que te va sucediendo, mientras haces otros planes. Y finalmente ellos aprendieron que quien no arriesga nunca gana. 

V.K. Texto ficticio 

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