El otro día

El otro día sucedió algo parecido a esos cortos en los que todo el mundo muestra su humanidad, porque alguien les alegró con algún acto.
Como todos los días me disponía a subir en el bus, cuando unos grandes ojos azules fijaron su mirada en mí, me pareció gracioso, ya que no parpadeo en el minuto que me estuvo mirando. Era una pequeña niña que como todos los demás estaba curioseando con su entorno y todo le parecía algo extraño que debía explorar.
Sus padres estuvieron largo rato jugando con ella y se reía con una gran sonrisa, una que contagiaba a todo el que pasaba por su lado, incluso aunque hubiese tenido un día agotador.
Tanto fue así, que un niño con la mirada triste, esbozó una cara de felicidad al observar a esa niña jugar con sus padres y que al observar la escena parecía que aquella pequeña había conseguido darle vida a alguien más.
La última parada fue de despedida, prometiéndome que sacaría alguna idea sobre la que escribir, en la que estuviese como personaje aquella niña y aquel niño que por algún extraño motivo me recordaba a mi pasado.
A veces he echado mucho de menos la inocencia de un bebé o un niño pequeño, porque la mayoría miran el mundo sin maldades, con las ganas de entender lo que les rodea, pero sin ni siquiera esa preocupación.
Cuando crecemos tendemos a pisar para no ser pisados, olvidando que las cosas inmateriales son las verdaderamente bonitas y que los valores humanos son imprescindibles para dar algo de color a este mundo que estamos haciendo gris y que cada vez más se está contaminando de tristeza y maldad.

Comentarios

Entradas populares