La sonrisa más bonita

Tenía la sonrisa más bonita que había visto y aunque no me enamoré de ésta, me  hizo feliz por unos segundos.
Me gustaba hacerla reír, me gustaba la paz que me transmitía, me gustaba que le hiciese gracia todas las anedctotas de mi vida.
Por una vez en toda la historia que llevo escrita hasta ahora, me sentía orgullosa de que al menos todos los desastres inconclusos de mi vida, hiciesen reír a alguien al menos un trayecto de vuelta a casa.
No es que me gustara ella como tal, no es como tantos otros trayectos en los que el amor surge a primera vista, fue tan sólo una forma inocente y sorprendente de dar felicidad y recibirla.
Tenía una mirada dulce, pero su sonrisa alumbraba todo su ser.
Sin duda si algo he aprendido es que a veces lo más bonito que te pueden regalar es una sonrisa y recordaré aquel viaje de vuelta en el que no me sentí amenazada por mi forma de ser, sino a gusto por haber hecho reír a alguien.

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