Locura insensata

Rompió a bailar delante de todo el mundo y la condenaron de loca, pirada, tenía una pedrada, decían aquellos que nunca se habían salido del margen de un folio con renglones.
Todos pasaban a su lado y la miraban raro, ¿qué le pasaba?, era un bicho raro, una loca singular, una chica que había perdido la cabeza y la esquivaban porque no podían pararse más a pensar, tenían mucho que hacer. Ella seguía al compás de sus cascos, no bailaba bien, nunca lo había hecho, sin embargo necesitaba aquello, necesitaba librarse de sus fantasmas, de sus miedos, de sus complejos, de su futuro, de pensar.... Quería disfrutar aquel momento, aunque hubiese consecuencias, aunque la miraran mal, aunque se rieran de ella, le daba igual, estaba siendo libre.

Él iba andando, visitando aquella ciudad  y entonces llegó a una calle muy grande, decían que allí estaba el palacio real y que era uno de los monumentos más importantes de Madrid, aquella ciudad que había conocido demasiadas historias de amor, pero él nunca había tenido mucha suerte. Al pasear por aquella calle se imaginaba todas las fotos que podría sacar, amaba aquella actividad, amaba mirar desde su viejo objetivo el mundo, aunque desde que su padre había muerto en una ciudad por un accidente cuando intentaba sacar una fotografía desde una perspectiva bastante complicada, su madre le había dicho que aquel hobbie era una pérdida de tiempo y que se centrará en sus estudios y en una vida profesional, que la fotografía no le llevaría a nada más que a perder el tiempo.
De repente la vio, vio a aquella chica bailando de una forma graciosa, con el pelo flotandole cada vez que se movía, con aquella sonrisa que demostraba que estaba siendo feliz, con los ojos cerrados haciendo más intenso su momento, con los cascos encima del montón de pelo despeinado. Le gustaba aquella chica, no le importaba perder el tiempo, no le importaba lo que opinaran de ella, no le molestaba la gente que la esquivaban cómo si fuese una loca.
Le empezó a sacar fotos desde los distintos planos, le inspiraba, sentía placer sacando aquel cuerpo, se enamoraba más de aquella mente, quería conocerla, quería entenderla, pero la admiraba, quería perder el tiempo por una vez y que nadie más se interpusiera en su camino, creer en lo que hacia y pasar de los comentarios.
Ella abrió sus dulces ojos azules y se dio cuenta de aquello, le sonrió y él se levantó y le quitó los cascos.
-Quiero conocerte- Dijo él, qué estaba haciendo, si nunca había sido capaz de decirle la verdad a una mujer sobre su amor y si lo había hecho había sido bastamente e inseguro
-Me encantaría, pero antes quiero ver esas fotos- Respondió ella, nunca había sido capaz de responder un si con tanta seguridad, nunca le habían dicho esas cosas, siempre había vivido pensando que no era suficiente.
-Vayamos a tomar algo- Le propuso él
-Me parece bien- afirmó

Pasaron tiempo hablando de su vida, de sus gustos, de sus problemas, de lo que habían hecho mal, bien, de sus vidas en general, nunca se habían sentido así, nunca tan a gusto y libres. Muchas veces los humanos por no perder el tiempo, nos atamos a cosas que no nos gustan y aunque hay obligaciones que cumplir, hay placeres que uno no debe de olvidar. Muchas veces dejamos de creer en lo que hacemos porque tenemos miedo de ser malos, rechazados, patéticos y nos ahogamos en un vaso de cristal. Y ahora se que si tú no luchas por ti y por tus sueños pocas personas mostrarán interés en ayudarte, sólo lo harán aquellos que de verdad te quiera con tu locura insensata y tus imperfecciones que te hacen diferente. Ahora se que  ser un loco, es la única manera de que nuestra rutina no sea una monotonía. 

V.K. Texto ficticio

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