Zumo de naranja

Exprimo la naranja hasta el final. 
Pero, nunca es suficiente y, aunque sacado el zumo, sigo exprimiendo. 
La media naranja empieza a deshacerse entre mis manos. 
La cáscara se empieza a fundir con el jugo, dándole ese sabor amargo que tanto odio.
Pero, nunca es suficiente. 
Exprimo la otra media naranja. 
Y sucede exactamente lo mismo, en el mismo orden y con la misma consecución de acciones. 
Pero, nunca es suficiente. 
Empiezo a enloquecer y a plantearme la existencia de las cosas.
Lo que estaba aquí intacto y sólido, ahora está convertirdo en líquido y pronto desaparecerá en mi estómago con el ácido de éste. 
Pero, nunca es suficiente. 
Empiezo a exprimir mi mano y la quito cuando siento el dolor. Es curioso que el dolor físico, a veces pueda parecer tan mínimo, comparado con el mental. 
Pero, es que nunca es suficiente. 
Intento servir el zumo en un vaso, pero se observa que está hecho un asco y maldigo haberme distraído en existencialidades.
Mi expectativa era un zumo de naranja dulce, de esos que salen en los desayunos de las películas. 
Mi realidad un zumo con trozos de cáscara incluido. 
Pero, sigue sin ser suficiente. 
Y al final, no tengo el zumo que había idealizado, no tengo siquiera un simple zumo de naranja y tampoco compré otras nuevas la última vez.
Tanta distracción, perfeccionismo e insuficiencia ha conseguido que ese día empiece con el día torcido, con ganas de no salir de la cama y de hundirme en mi problema "tan serio". 
Pero, nunca es suficiente y sé que volverá a pasar. 
Estoy pasando la vida soñando con naranjas que nunca me darán un zumo soñado. 


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