La carta que nunca me permití escribirte

Esta es la carta que nunca me he permitido escribirte, una carta a tiempo porque nunca es tarde para declarar un gracias, un gracias con cariño.
Hace tiempo me dijeron que lo más valioso no se puede guardar en una mochila y aunque esta carta sí se puede guardar en una mochila, el contenido de ésta sólo la puedes guardar para ti misma.
Siempre salvándome de los abismos, dándome el cariño en los momentos difíciles y pagando contigo todo el daño que me hacían, que quizás a veces me hacías…
Pero sin duda has sido la sonrisa más valiosa en la oscuridad, las lágrimas más dolorosas, la forma más bonita de mirar al mundo y de conocer paso a paso nuevos rincones.
Tú que me has enseñado a levantarme cuando me caía, que has guiado a mis ojos para que miren  las estrellas y has hecho que aprenda a disfrutar de la naturaleza, del mundo, de los viajes…
Tú que me explicaste que para querer no hay que querer el físico de una persona, sino su alma, su interior, sus rincones más oscuros que no se los cuenta a nadie, porque sin duda el verdadero reto de querer es conocer la parte escondida de una persona.
Tú que eres la única que me acompañará, la única que entenderá que esté con otras personas, aunque siempre esté contigo y que me enamore una, dos y mil veces de las personas, las cosas, los lugares y lo abstracto.
Tú que me diste esa capacidad de analizar el mundo, de morirme por conocer a los ojos que se presentan en mi vida.
Tú que me has dado la capacidad de  escribir historias reales, inventadas, fantásticas, inverosímiles y verosímiles.
Tú que me dijiste que podía desnudarte delante de los demás para demostrar tu belleza imperfecta que te hace mucho más admirable.
Tú que me das la capacidad de hacer sonreír a las personas cuando no tienen fuerza.
Querida alma que construyes la persona que soy, estaré enamorada de nuevas cosas y nuevos momentos, pero mi amor hacía ti nunca se perderá, pues la única persona que pasará todo el tiempo conmigo a pesar de los años seré yo misma.
Los humanos deberían quererse más a sí mismos y amar sus pequeños defectos que le dan esa belleza inalcanzable.
V.K. 

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