Se puso esa sonrisa

Cerraba los ojos, el momento perfecto de su día había llegado, por fin podía dormir para mitigar su dolor. Antes lo hacía como medio para que las cosas que le preocupaban desapareciesen por un rato, pero cada vez le fue enganchando más desaparecer de la realidad para ser esa persona que nunca podía llegar a encontrar en su vida.
Tenía una jodida etiqueta colgada en la frente "Hola, soy débil, puedes entrar en mi vida y destrozar lo que quieras, ¡Ah. y no te preocupes, siempre que lo necesites podrás volver y seguir destrozando cosas! Prometo perdonarte". 
Y había llegado a tal punto que su vida trataba de contar las cosas más superfluas y callarse esas ganas de hacerse daño que llevaba por dentro, esa soledad que llevaba aguantando durante meses, llorando encerrado en los baños, pegando puñetazos en las paredes, mirando a la nada en el gimnasio... Su vida era una puto mecanismo sin pausa. 
Durante los días de diario trabajaba sin descanso y dormía todo el tiempo que su vida le permitía. Durante los fines de semana, trabajaba los ratos que debía y los demás los gastaba bebiendo y mirando a diferentes mujeres que se acababan riendo de su físico. Llevaba mucho tiempo solo, mantándose así mismo, consumiéndose en los bares y perdiendo su personalidad por momentos. 
Y cuando ésta volvía, hacía aun más daño, no quería conocerse, estaba roto por completo y se consumía en su propia angustia. 
Cerraba los ojos y soñaba con alguien que le quería, con conciertos en países, con viajes, con quererse, con ser feliz, con la suerte que nunca había tenido, con la seguridad que le faltará siempre. 
Abría los ojos y no tenía ganas de nada, "un rato más ¡por favor! No quiero que esto pare, no quiero ser la etiqueta, no quiero llamarme, tener familia, tener apellidos, no quiero ver a la gente que quiero y acordarme de la gente que me dejó de querer, no quiero que se rían de mis defectos, quiero que toda mi vida pare en seco y pueda respirar". Sin embargo se levantaba, se vestía con la ropa de siempre y se ponía la sonrisa más falsa que podía fingir. Día tras día, su vida se consumía y cada vez se hacía más daño.
"Quiero gritar y que me ayuden" su mente le repetía, pero necesitaba ser autosuficiente y olvidar aquella pesadilla de cuando fue adolescente. Aún recuerda su cara y tiembla del miedo que le tiene, aún a veces cuando coincide se le congela el corazón y sólo quiere morir. 
Cerró los ojos y volvió a soñar. A la madrugada se cansó, hizo las maletas, cogió su vieja guitarra roja y se fue andando a ningún sitio, intentando encontrar su esencia en las estrellas. 
Comenzó por el viejo camino al lado del  río y extendió sus brazos en el puente que dividía las dos ciudades donde se había criado. 
Más tarde llegó a aquella iglesia donde veraneó y se puso a tocar para conseguir dinero para la noche, aquel viaje estaba siendo más duro de lo que creía y echaba de menos a la gente que había querido, pero por primera vez no pertenecía a nada y era feliz.
Siguiente destino, tras autoestop, aquel camping donde veraneó cuando era adolescente y junto a aquel molino compuso una nueva canción y tocó aquella del año 1995. Aquella felicidad extrema y tranquilidad del verano del 98 había vuelto a resurgir. 
Después aquella otra playa que estaba inmortalizada en su colgante, ese que aún conservaba. 
Y finalmente cogió un tren que recorrería toda Europa. para recordar aquel país que era el paraíso de los músicos, de los músicos que hablaban un lenguaje diferente, aunque especial. 

Abrió los ojos, comprendió que todo era un sueño y lloró, pero más tarde se levantó, se vistió con su ropa y se puso esa sonrisa, la más falsa que podía fingir. 



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