Revivir el alma

Comenzó aquel camino sin saber muy bien a dónde iba, aunque tenía la corazonada de que encontraría grandes experiencias que le hicieran revivir el alma. Y es que quizás nunca habría tomado este camino si no fuese por las personas que le habían rodeado este último año. 
Gracias a ellas, había salido de la oscuridad múltiples veces y había encontrado esa carga de energía que a veces perdía al ser tan joven y pasional. Gracias a ellas, descuartizaba las ideas que su mente le proporcionaban debido a las numerosas imágenes que había percibido desde que era niño. 
Se miró al espejo y esta vez esbozó una sonrisa, aquella que no había aparecido en numerosos días. 
Aquellos días grises se había mirado, odiando su cuerpo, odiando su mente, odiando su vida, odiando todo lo que tenía alrededor y teniendo una imagen pesimista. Esto provocó que atentara contra su cuerpo, creando roturas en el cielo. Lloró demasiado, se ahogó en su propia mierda y por muchos momentos deseó huir, además de perder su identidad los viernes y sábados por la noche. Sin embargo estaba cansado de la misma mierda de siempre, estaba cansado de pensar que la primera persona que pasaba por su biografía  sería el amor de su vida, forzando y rompiendo amistades, por decir "te quiero" al instante. Y todo era el mismo problema de siempre, nunca quería a su propia alma; degradándose, humillándose y haciéndose daño. 
Parece que había olvidado aquella promesa que enunció en alto frente a un  fuego de verano: parece que había olvidado hasta dónde había llegado y lo espectacular que eran sus experiencias, virtudes y cariño. 
No obstante, después de ver aquella sonrisa se enamoró de sí mismo y se prometió quererse como a nada, porque al final en la única persona que puedes confiar es en ti. Aunque sin duda tenía algo claro, quererse no suponía aislarse o ser tan sumamente egoísta que se convirtiese en el típico gilipollas inaguantable. Quererse suponía valorar todo lo que era y dárselo a aquellas personas que supieran aprovecharlo y disfrutasen con su compañía, al fin y al cabo, todo compartido sabe mejor. 
Quererse suponía ser de utilidad para otros, pero no dejarse pisar por miedo a la soledad. Quererse suponían muchas cosas por descubrir. Quererse suponía sacar a ese hombrecillo inteligente, sarcástico, soñador, satírico, curioso y luchador que llevaba dentro. Quererse suponía no escribir en una sátira más callejones tristes sin salidas. Quererse suponía una palabra por conocer y un camino por explorar. 
Comenzó ese camino sin saber muy bien a dónde iba, pero estaba ilusionado y tenía la corazonada de que encontraría grandes experiencias que le hicieran revivir el alma.  



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