Mi vieja guitarra.

Desempolvé mi vieja guitarra y recordé lo que era sentir libertad.
Me pausé en cada uno de los versos que han merecido la pena, pero no puedo engañar a nadie cuando digo que hace tiempo que me casé con el rock and roll y que por eso no me aferraré a nada convencional.
Siento la música en mis venas y recuerdo mis viejas promesas ¿Dónde quedó la magia de los sueños que iba a cumplir? Al final me desperté en la realidad y me caí en medio de un descampado que no acaba de definirse.
Da igual todo lo que propongas, porque acaban siendo espejismos poco reales y fugaces que se tiñen de problemas en bucle. 
Rasgo las cuerdas de mi guitarra con las canciones de siempre y simultáneamente me imagino gritándole a la nada, tengo tanto que decir y llevo tanto callado, que ya no sé ni cómo echar la bilis de mi interior.
Veo la clase obrera enloquecer y allanarse el campo para la ultraderecha y los discursos de odio. Me siento vulnerable, pequeña y frustrada...
Aún así seguimos resistiendo y quiero creer que se les caerá la máscara antes de que expandan su virus.
En mi vida terrenal me siento en un cuadro abstracto sin definir, sin saber hacerlo, pero con la necesidad de que los demás entiendan algo sin tener que explicarlo. 
La vida es una continua senda llena de niebla, que, aunque a veces inspiradora o bonita, acaba siendo desconcertante y fría. 
Quiero recuperar a la niña que miraba a la luna llena y pensaba que haría grandes cosas en su pequeño mundo, aunque aún no supiese cómo. 

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