Vuelves a rozar las cuerdas

A veces la música se presenta en forma de persona y tienes la suerte de volver a revivir esos sentimientos que creías que habían muerto.
Vuelves a rozar las cuerdas de tu antiguo instrumento y comienzas a recordar  todos esos momentos que pasaste tocando y haciendo música.
Cierras los ojos y cantas a esas personas que no te han abandonado en ninguna de las etapas que estás viviendo.
De repente vuelves a la realidad y observas que la gente ha disfrutado de tu música, pero aún es más bonito cuando te giras y el mismo chico que conociste en esa escuela de música, ese que se veía feliz por pisar aquella escuela, que no parece haberse metido por obligación o que no parece que la música se haya convertido en un acto mecánico de seguir una partitura; te mira con ojos brillantes y te muestra una gran sonrisa, como si te merecieses su admiración o apoyo.
Entonces comienzas a entender que ha creado una especie de alianza con la música, que se ha convertido en su apoyo, que vive de ella y que cuando roza las teclas de su piano, o su clavinova, para ser más exactos, está tocando e interpretando de puro corazón, como si todo lo material, comercial y triste de este mundo se fuese con cada nota que da.
Comienzas a entender que su música no es mecánica, que la disfruta y que a pesar de ser su peor fantasma, sigue por amor a ella, por fidelidad.
Es algo que hace años dejé de hacer, pero que por alguna razón, me devolvió el otro día este chico y al que le debo de estar muy agradecida, pues me ayudo a calmar muchas de esas ideas que rodean a mi cabeza.
Ahí está la diferencia entre un buen músico y uno peor. Un buen músico no buscará que le vanaglorien, sólo querrá sentir lo que toca, evadirse y transmitir esos sentimientos a las demás personas a través de su música; mientras que un músico que es peor sólo buscará la fama y adaptarse al gusto del consumidor.
Y es por ello que te animo a que nunca dejes tus sueños, que no dejes la música y que no pienses que no puedes llegar lejos, porque aún eres joven, pero ya la forma como sientes las cosas, las expresas y te preocupas, hará de ti un gran músico y sobre todo una gran persona.
Ahora toca irme de este lugar y comenzar una etapa algo distinta, pero no olvides que siempre podrás contar con mi ayuda y que estaré dispuesta a escucharte, leerte o lo que necesites.
Muchas gracias por devolverme estos días esa ilusión con la música y que no se haya vuelto pura mecánica.

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