Qué lo mejor es dar amor, incluso cuando el paisaje está muerto.

Era especial de muchas formas, porque cada vez que se subía al bus y le miraba sabía que sentía el mismo miedo que ella.
Era especial pero nunca le había conocido, pero lo sabía, un presentimiento lo decía.
Sentía que quizás le miraba de aquella forma por qué en realidad conocía una pequeña parte de su ser, precisamente aquella que no le gustaba.
Pero también vio en su mirada desde lo lejos, cuando creía que nadie le observaba, que la miraba con cara de curiosidad. Esa con la que ella solía mirarle cuándo estaba sola.
Y quizás sea que las personas van y vienen, aprenden y cambian.
Y que lo mejor es dar amor, incluso cuando el paisaje está muerto.

V.K. Texto ficticio

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