Besar el rock and roll II

 -Un whisky on the rocks, por favor. Bueno, no, mejor un anísete. 

- Juraba que ya estabas limpio. Mis padres tenían razón, soy una imbécil. 

Aquellas palabras se clavaron en mi corazón, porque yo también juré estar limpio y haber resurgido de las cenizas de una adicción pasada, pero a veces la disciplina y el dolor se corrompen entre ellos y tú te surmerges en miles de excusas para no hacerle frente a la verdad: en realidad eres responsable de lo que te está sucediendo. 

Claro que la gente se va a alejar, pero porque estás contaminado de toxicidad, de miedos, de veneno y de pesadillas que nunca terminan y sabes que la mejor de las opciones es una terapia y un esfuerzo que no te puedes permitir o que no haces frente por pereza. 

Tampoco sabes muy bien qué te sucede, tampoco quieres meter a la gente en tus problemas, porque estás cansado de ser una carga, pero sin querer lo haces, porque siempre has sido transparente como el agua de las pozas de Asturias, y te maldices, te odias, y te sumerges más en la desesperación y en la queja; que, por cierto, no cambian nada. 

Así que aquí estoy, agarrandome a lo poco que siempre tuve, a un pequeño tesoro que destrozo, como lo hago con cualquier cosa a la que tengo admiración, cariño y amor, porque no tengo un apego seguro. El escribir para expresar de alguna forma lo que no puedo gritar para parecer una persona normativa. 

Saber que estás enloqueciendo, saber que estás enfermo y que esa enfermedad se puede alimentar con algo tan accesible y cercano como salir con gente o incluso solo. Sentir que tus decisiones te han lanzado a esta catapulta, hace que veas el mundo de forma tremendista. 

Pero, si algo he aprendido de mi guitarra, es que incluso con un par de cuerdas rotas se puede seguir haciendo música, así que seguiré construyendo caminos que me permitan construir las melodías que me devuelvan la paz. 

Al final decidí no besar al rock and roll, porque hay amores que matan y dañan, a pesar de que enganchan como el alcohol o la heroína en los años 80. 

Al final decidí descansar en el mar, pero de otra manera distinta, porque aunque cueste respirar me sigo despertando por alguna razón y quizás deba descubrir qué hay detrás de ello. 

v.k. texto ficticio continuación del anterior.


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