Las cosas en su sitio

Todo se mueve con rápidez y ya ni siquiera sé donde me encuentro. Sin embargo, conozco a la perfección el lugar donde me encuentro, pero mi respiración va a mil por hora y mi mente va el doble de rápido. 
Conozco el lugar, pero no puedo determinar el espacio donde me encuentro, paro, intento respirar y me siento. 
Conozco el lugar y empiezo a situar las cosas en su sitio. A su vez en mi mente suena una larga lista de números hacía delante: uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez. 
Todo empieza a recobrar sentido, aunque empiece a notar las naúseas, los temblores y el frío. 
Conozco el lugar y empiezo a escuchar la música, que sólo llevaba oyendo durante largo rato. 
Empiezo a distinguir a las personas que me miran con preocupación y comienzo a sentir vergüenza, pero, por una vez, quiero centrarme en lo que está pasando en mi interior. 
Conozco el lugar y comienzo a andar por él, me centro en el tacto de mis manos, en el aire que roza mi cara, en las nubes, en la naturaleza, en las personas que pasan y ya no se fijan en mí. 
La respiración se adapta al compás de mi cuerpo biológico y mi mente sigue el doble de rápido, pero ya me he desconectado de ella hace rato. 
Conozco el lugar y decido que esta vez voy a intentar disfrutarlo más. 
Conozco el lugar y, por suerte, también me voy conociendo a mí. 

Comentarios

Entradas populares