Una parada de bus en Sevilla

Una parada de bus en Sevilla.
Mis ojos puestos en la ventana, buscando algo que le dé sentido a mis pasos. Algo que acabe con mi cansancio, no tan sólo mental, sino también físico.
Entonces entras tú, te veo por el reflejo de la ventana y, de repente, una plaza de bus, un hola, un sentirte cerca.
Mucha confusión recorrió mi cuerpo y el destino me ponía y me quitaba de tu lado. Quería poder intercambiar palabras y quería intercambiar una conversación, pero las cosas no son tan fáciles y la soledad en ese viaje me invadía por segundos.
Ahí es cuando me di cuenta, de que todas mis historias no salen mal por casualidad; sino que las saboteo con mis ganas de no sentirme tan sola, a pesar de estar rodea de gente y mi miedo de que al mostrarme la gente huya, porque no me entienda, les aburra, les asuste, les canse.
Ahí es cuando me doy cuenta de que mis pasos son en vano, cuando aún no he conseguido quererme.
Y que no puedo querer a otros verdaderamente, si ni siquiera sé si lo hago y sólo me estoy buscando a mí misma. 

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