Besar el rock and roll IV (alerta spoiler).

Cuando la depresión te atrapa y te ahoga sientes que tu mundo se está destruyendo cada vez más fuerte. Es una mezcla entre una presión que te hunde cada vez más al fondo del mar, una resistencia que ejerces continuamente para salir de ello, cansándote y sintiendo una fatiga dolorosa, pero silenciosa; y da igual, porque cuanta más resistencia, más profundo sigues entrando hacia ese mar.

Antes solía tener algo a lo que agarrarme.

Quizás con una nueva puerta, todo lo anterior no tuviera tanto peso, pero me engañé.

Y vuelve a rozarme viejas promesas que pensaba que ya había vencido como única opción salvadora.

Después de haber visto “Cortado la línea de puntos”, hay todavía algo más jodido que no estar cortando la línea por dónde crees que debes ir, sin saber qué papeles tienes debajo, y es no tener ninguna visión sobre el papel que está bajo tus pies y darte cuenta de que, en realidad, como en Hansel y Gretel, la línea ha ido siendo borrada según ibas avanzando.

Pero da igual, porque sigues fingiendo que sabes lo que haces para que la gente no te haga preguntas incómodas sobre tu estado ánimo, y no tener que decir que, una vez más, estás hecho una mierda. Sin embargo, si tuviese la posibilidad me volaba la cabeza con un revolver como en las películas americanas y dejaba que este dolor de cabeza y de cuerpo se fuera de una vez.

Estoy frente al mar de esta ciudad, una ciudad que no es la mía, pero que siento como mi hogar. Sé que las personas que me rodean han hecho un esfuerzo para que pueda estar aquí y ahora, y que debería estar feliz por todas las oportunidades ofrecidas, aunque no encuentro esa felicidad en ningún sitio y empiezo a pensar que el defectuoso soy yo.

Veo las luces de la gran ciudad parpadear bajo el cielo negro, observando como cada uno de nosotros tenemos una vida, una batalla y unos pensamientos internos muy enraizados, que no solemos compartir nunca con un: hola, ¿cómo te encuentras? Y quizás es en ese momento, cuantas más raíces echa tu planta y más pequeño se queda tu espacio, cuando la naturaleza de la vida se empieza apagar, porque no tienes lugar para seguir creciendo y te estás pudriendo por dentro, aunque aparentemente nadie lo note hasta que hayas expirado.

Apago el penúltimo piti de mi vida, porque como siempre, el último nunca llegó.

Mañana iré a ese acantilado y tomaré punto final a una historia que no debió de comenzar.

Besaré el rock and roll de mis venas y dejará de sonar un compás que hace tiempo dejó de estar de moda, iré con mi viejo caset de los años 80 y pondré la viaje cinta, que me recuerda que quizás el defectuoso siempre fui yo.


V.K. Texto de ficción. 


Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares