Cielo gris.

Me gustaría volver a mi infancia y que nada me preocupara demás. No tener que ser demasiado consciente del mundo que me rodea y parar de sentir esta presión en el pecho, venida de la decepción, de la ira y de la rabia. 

Quiero ocultarme bajo las sábanas, porque cada vez odio más el día a día y, en general, este mundo. No entiendo cómo hemos acabado así, como el mundo parece cada vez más una distopía que leía con adrenalina, pensando en que nunca llegaría una realidad como esa. 

Quiero desaparecer durante un tiempo y vivir en un bosque durante años, desconectada del mundo, de la sociedad, del sistema. Ser un Thoreau en Walden. 

Quiero gritar, mandar más a tomar por culo y dejar de ponerme una careta que blanquee todo lo que estoy sintiendo. No, porque mi vida y mi entorno sean malos, sino porque vivivmos en una sociedad egoísta, exclusivista, inconsciente... Y, aunque globalmente hay todavía muchas personas que merecen la pena o que realmente no entran dentro de este entorno, sí que observo que el número de gilipollas va creciendo exponencialmente. 

Ya no sé diferenciar entre lo que está bien o lo que está mal, entre si merece la pena seguir luchando o si todo esto que siento es mejor que se apague. Me entristece ver la sociedad que se está construyendo, dónde todo es aparentar, consumir y vivir automatizados sin pensar. Me entristece ver que en algunas personas hay cero conciencia social y empatía por el resto. 

Y me consume la energía tanto, que ya no sé ni qué hacer. 

Pero, de eso se trata este sistema. Ir aceptando entrar en el aro para poder sustentarte tu vida, mientras te consumen, te apagan y te lleva a dejar de luchar. Parte de la sociedad está cegada de egoísmo, de bienestar individual y de incapacidad para mirar más allá de nuestras narices. 

Una sociedad construida para ser felices eternamente, pero sin pensar si el de al lado se siente bien. Y esto se ha observado cuando todos hemos defendido la hostelería, porque la cerraban. Pero, se seguía sin defender los derechos de los trabajadores, la explotación y la situación de precariedad. Añadiendo, que antes nunca se había defendido la hostelería (de manera globalizada y con tanta repercusión). 

Porque todo ha venido por no poder beber una cerveza con colegas. No porque el camarero que te está atendiendo, hace 12 horas diarias en ese establecimiento. 

Mientras sigamos pensando en nosotros, nos olvidaremos de la conciencia social y de la búsqueda de un mundo digno, más justo para todos y donde cualquiera pueda tener un bienestar. Cada día que suceden sucesos como los de anoche, cierta parte del mundo se llena de un cielo grisáceo, que nubla la verdadera esencia de vivir. 



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