Recorro los recuerdos.

Recorro con mi memoría cada uno de los viajes que hice. Busco ese momento exacto en el que dejé de ser mis miedos y lo cambié por mis sueños, que me dio igual lo que pensara el resto, que me sentí cómoda en mi piel. 
Recuerdo aquella melodía, Ciego de Iratxo  y Mati Pando, sonando en mi móvil. Pensando lo mucho que echaría de menos aquellas sensaciones, emociones y sentimientos que habían crecido en mí, llorando porque nunca había sido tan feliz, mirando en la ventana del tren los paisajes que me habían inspirado tanto. 
Y es que no veía más allá, no veía más que las luces de las personas que me acompañaban y respiraba aromas que nadie entendía, pero que siempre me recordarían a aquellas aventuras. 
Por fin, comprendí que Sólo los locos viven la libertad, aquella canción que puse en el Sammys Bar, cuando comprendí que estaba matando ambas cosas.
Por una vez, mi soledad no era un abismo oscuro, la disfruté como hacía tiempo que no la vivía. Siendo sincera, en ese momento no necesitaba nada más de lo que ya tenía y por una vez me sentía conectada a mis raíces. En el metro de camino al aeropuerto de Sofía me sentí segura de lo que estaba haciendo, de lo que había conseguido y de la persona que era, en definitiva, volví feliz a mi ciudad. En ese momento, Los Mejores de Kike M y Riptide me acompañaban. 
Aquellas noches que pasé en navidades en la que pude escuchar un concierto navideño, pasear por las calles de Sofía, cenar bajo las luces de la ciudad, ver la catedral y dejarme llevar; entendí que me gustaba ser un Alma libre
Pero nada hubiese sido lo mismo sin las personas que me han acompañado, porque todo comenzó a tomar una Perspektiva cuando me dejé sorprender por lo que cada persona podía aportarme, cada pequeña esencia que cada uno podía dejarme, cada minuto que podía vivir junto a personas que se habían unido en mi historia. Como escribí hace varios años, al final, somos historias escribiendo en historias de otros. 
Al final comprendí que aquel viaje que comenzó con miedo, con la necesidad de encajar en lo que yo creía que era lo mejor, en incertidumbre, inseguridad y adaptación, se convirtió en mi Vuelo.
Por eso, aunque ya no pueda volver, aunque las cosas han ido tomando un rumbo extraño en estos meses, me quedo con todo lo que he ido viviendo. 
Porque la libertad era estar junto a personas que siempre sacaban la mejor versión de mi misma, como, por ejemplo,  aquel escenario que me devolvió mi conexión con la música, tocando (como no) Rojitas las Orejas, que aunque sea la canción que siempre interpreto, también es una de las canciones que más recuerdos e historias tienen detrás de ella. 

Aquellas sonrisas, aquellos bailes, aquellos abrazos, besos y palabras que se quedaron marcadas en mi piel. Cada momento fue mágico y comprendí que la felicidad se encuentra en pequeños detalles diarios, que el amor era una buena herramienta para mantener viva la ilusión y las ganas de vivir y que cualquier ciudad es bonita si estás junto a personas que te hacen brillar en los sitios, incluso con el nubarrón más feo. 
He sido muy feliz, porque volví a florecer, pero llegue Hasta la Raíz
Y aunque ahora esté perdida, no voy a perder toda esa esencia que me llevé de mi experiencia, no voy a callar y no me voy a dejar marchitar. 
Porque, al final, cuando quieres puedes y cuando te quieren, rompes con cualquier límite. 

Esta experiencia me ha hecho florecer y mirar al sol como un Girasol, como los Girassóis de Van Gogh





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