Pisa para no pisar...


Cuando era niña soñaba con un mundo mejor. Recuerdo que quería ir a África para salvar a las personas que lo estaban pasando mal y, también, recuerdo que la gente me decía que era muy buena persona y muy abnegada. Ahora lo miro con distancia, más conciencia y más conocimientos… No soy buena persona, ni abnegada, siento que es algo que le debo a las personas para sentirme mejor por estar en una situación de superioridad (inferioridad por la falta de empatía y de conciencia) y seguir alimentando esa injustica.
No se trata de que las personas estén en una posición inferior porque así es el mundo o porque no todos podemos tener todo. La realidad es que están en esa situación porque seguimos alimentando un sistema capitalista, que no tiene un desarrollo sostenible y que cada vez incrementa más la desigualdad de oportunidades y la falta de derechos básicos. Y no es la sociedad o el sistema capitalista como ente abstracto, somos cada uno de nosotros de forma individual y las empresas como forma general (que no deja de ser dirigida por personas como nosotros).
Sé que tengo que ser realista con el sueño de que todos fuésemos iguales, de que no hubiese más guerras, de que no acabáramos con nuestro mundo, pero si soy sincera y por lo que me lanzo a escribir esto, es porque siento miedo de lo que veo.
Cada vez hay más consumo y producción sin control; más bosques quemados por intereses económicos; más contaminación por parte de todos. Personas cruzan día a día las fronteras de forma desesperada, porque el poder es ciego y la violencia es lo único que conocen. Existen más violaciones a mujeres, sigue existiendo el maltrato de género, sigue existiendo la mutilación femenina, la falta de libertad, la falta de libertad sexual de algunas personas en algunos países… Podría seguir haciendo una lista de las cosas que en pleno siglo XXI aún no han cambiado y las que sí han cambiado para peor. Sin embargo, aquí no quiero culpar a la sociedad como sociedad, si no que quiero llegar hasta mi propia alma, porque yo soy la primera que consumo demasiada comida y productos, que sigo contaminando inconscientemente, que sigo alimentando la desigualdad y que sigo sin valorar la suerte que tengo al despertarme cada día dónde me despierto.
Va a ser cierto que se ha difundido el mensaje de “pisa y no te dejes pisar”, porque llevamos pisando la naturaleza, los derechos humanos, nuestros propios sentimientos, la libertad de expresión… Y de tanto pisar, vamos a acabar dando pasos en la nada y no dejando crecer la naturaleza bajo nuestros pies. La naturaleza de dar, querer, cuidar y, sobre todo, tener amor y respeto por los otros y por el mundo que nos rodea.
No podemos cambiarlo, ni podremos pararlo todo, pero cada pequeño paso es algo que mejorará lo que nos rodea y lo que hará sentirnos mejor en conexión con el mundo. Nos lo debemos, se lo debemos al resto, se lo debemos a la naturaleza.
Y sí, siendo sincera, primero tengo que comenzar conmigo misma para poder hacer una crítica al resto.

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