Los gritos se funden con el eco

Los gritos se funden con el eco,
que los devuelve continuamente.
Y así, se forma un circulo vicioso.
Ha descubierto que odia los domingos,
que le gustaría huir a un sitio,
donde fuese invisible
y las etiquetas no se hiciesen con su persona.
Asume, que le importa mucho los comentarios de la gente,
que lo negativo se escribe en su cuerpo.
Pero, ¿acaso eso no son las taras de la gente?
He decidido correr a contrarreloj,
a ver si así la veo por última vez
y sus ojos dejan de ser un sueño
de anhelo y de falta de amor.
¿Amor a uno mismo?
¿Amor encarcelado en su capsula?

No la he vuelto a ver,
me han dicho que ha huido,
con las maletas a cuestas,
con nuevas aventuras,
para respirar mejor.
Ella es libre,
nadie puede poseerla
y si lo intentas hacer,
si intentas encerrarla
o hacerle daño,
ella huirá sin más explicación.
Ella comenzará a entender las cosas,
aunque se siga manteniendo en silencio,
aunque llore como todo el mundo,
aunque sea humana como el resto.
Porque aunque digamos que no,
todos lloramos,
todos sentimos,
todos tenemos taras
y todos somos libres dentro de una jaula
que llamamos sociedad. 

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