Paseando por las calles

 

Paseando por las calles que me vieron mirarte con todo el amor que te tenía.

Recuerdo que te quise, como nunca he querido a nadie.

Pero, también recuerdo que me quisiste como nunca me han querido, y no volvería a repetirlo.

A día de hoy, tras muchas capas despegadas de cuentos de amor romántico, de complacencia injustificada a otros, de vivir enjaulada en una caja de cristal sin oxígeno, porque mis valores y mi rol de salvadora me metieron ahí, estoy comenzando a entender todo y a mandarlo a la mierda, porque es una construcción patriarcal con un rol de “niña buena”.

Y huyo, me libero, me escondo en un bosque lleno de oscuridad y soledad… Pero no me importa, porque comienzo a abrazar a mi niña interna y a curarle todas y cada una de las heridas que tenía, pero a las que no le he dedicado tiempo. Nadie más puede hacerlo, ni debe hacerlo, porque no es su responsabilidad, es la mía.

Paseando por las calles que me vieron mirarte con todo el amor que te tenía. Me han ayudado a entender que eso no era amor, ni era saludable; ni volverme para verte por última vez como en las películas románticas, para hacer coincidir nuestras miradas, iba a hacerlo más especial (solo era un juego de egos).

Esas calles en soledad y sin un alma, hoy me gritan que mejor sin tener que mirar atrás, porque no necesito esperar a nadie o mirar por última vez para evolucionar, ni esperar la aceptación de nadie para crecer y trascender en alma.

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