La niebla va avanzando

La niebla no sólo se encuentra en la tierra desde la que escribo, sino que se está extendiendo por el mundo.
Quizás sea la inestabilidad económica lo que hace que los discursos de odio tengan éxito, además de la sociedad líquida de la que Bauman ya hablaba, dónde solo nos interesan nuestras luchas.
Sin embargo, en otro lugar del mundo ha vuelto a ganar la ultraderecha, y no sé si estoy enfadada con la sociedad o con los propios líderes.
Creo más bien que es lo segundo, porque siempre he odiado a aquellas personas que aprovechan las oportunidades de vulnerabilidad para sacar rédito y beneficio para sí mismo. Y, aunque la política y el sistema cambian en cada país, el modus operandi es muy parecido.
Al final, en vez de unirnos por un objetivo común sea la aporofobia, sea la homofobia, la precariedad de un país (incluso aunque no nos afecte directamente), acabamos odiándonos entre nosotros por cuestión de raza, etnia, orientación sexual, y en especial, estatus económico.
Sé que esto es la simplificación de algo más complejo, de años de historia y política, y si bien es cierto que aún me queda indagar en la de mi propio país, podéis imaginar la del resto de países; pero, bajo la división simple de un sistema complejo, sigo pensando que el modo de operar es enfrentar la clases y romper los sistemas para conseguir su propio beneficio.
En nosotros queda reflexionar, porque lo contrario de la ultraderecha no es el comunismo, y tampoco tendríamos por qué adaptarnos a un sistema ya inventado. 

Quizás también se trata de preguntar a la sociedad, colectivos, protagonistas afectados y hacer un análisis de la realidad.
El problema está en que el sistema está tan podrido que la democracia, contra la que no se puede atentar, ha dejado que gane una persona sobre la que se podría reflexionar si está capacitada para un cargo de tal magnitud en su estado de salud.
No quiero pecar de capacitista, no creo que las personas con trastornos mentales no puedan acceder a puestos de política, pero siempre bajo una responsabilidad y sabiendo hasta donde uno puede llegar.
Creo que todos sabemos dónde están nuestros límites y en nuestra responsabilidad recae nuestros actos.
Vuelvo a repetir que atentar contra la democracia sería unirse precisamente a lo que llevo años criticando, pero sí que debemos comenzar a investigar qué está sucediendo con una sociedad que solo lucha por objetivos individuales y quizás materiales, dejando que se aprovechen grandes cargos políticos y representantes de sus vulnerabilidades. Además, de que muchos jóvenes ya no tienen interés en la política o no indagamos de manera profunda en ella, cuando nos afecta de manera directa.

La niebla sigue ganando en gran parte del mundo, no sé si en nuestra responsabilidad recae hacer reflexionar a la población  sobre lo que está sucediendo en el mundo, hacerles entender la política y que participen en sus comunidades desarrollando proyectos, en vez de luchar contra enemigos invisibles que en realidad no van a cambiar las vulnerabilidades de su país y su comunidad. 

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