Por si sobrevivo (texto de ficción)

Comienzas a sumergirte en una nube de confusión, pensando que en algún momento la vida irá mejor y que tú no tendrás que hacer nada por cambiarla. Indagas en las noches de fiesta, en la diversión fácil, en el amor barato, en la aceptación social, porque en realidad tú te odias, y te preguntas en qué punto de tu vida estás, sabiendo que realmente llevas muchos meses sin brillar y sin sentir absolutamente nada.

Te miras, no te reconoces, pero sigues fingiendo que todo va bien, aunque nadie ve las noches de pesadillas, o las tardes durmiendo demás para no tener que seguir. Nadie observa que te cuesta levantarte, porque realmente no entiendes nada, y tu cabeza no para de preguntarte para qué coño sigues día a día, a veces incluso te convences de que ese día será un punto de partida hacia algo mejor.

Sin embargo, no tomas el camino más difícil, pero más rápido para huir, porque también intentas salvarte y piensas en lo que te rodea: no puedes hacerles más daño. Aunque, también está esa parte de ti egoísta, que solo piensa en lo mal que estás, en lo mal que te va, y en el daño que le haces al resto al hacerte daño a ti mismo.

Caí en las noches de música, porque no sé desconectar mi cerebro, y porque cualquier espacio u objeto se vuelve un buen instrumento para el suicidio. No es fácil quitarse la vida, pero es demasiado sencillo fantasear con tu muerte, hasta el punto de caer en la obsesión y en la convicción de que algún día vas a realizarlo.

Sabes que te estas convirtiendo en un monstruo, que nadie puede entenderte porque ni tú mismo lo haces, pero sigues jugando a aguantar un poquito más, consumiéndote día a día, y solo liberándote tras unas copas demás. Te dicen que eso es un problema, lo sabes, pero no encuentras otra salida.

Estás cansado de ser el segundo plato para todos los amores, el fracaso, la falta de dignidad, el incumplimiento de tus sueños y tus expectativas, porque pediste mucho más de lo que eres capaz, porque precisamente eres eso: un fracaso. Y sí, tomaste la opción de Bukowski, quitando las drogas y el sexo, o el juego en exceso, pero si derrochando tu dinero por falta de amor propio.

Sabes que todo lo que sentiste un día fue una mentira disfrazada, donde creías que alguien se quedaría cerca de ti. Pero es difícil hacerlo, y sigues mirando el futuro como un gran agujero negro del que no quieres seguir avanzado, porque te está absorbiendo. Estás dentro de un bucle, en el que no puedes salir de él y cada vez te sumerges más en este sentimiento de querer morir, de querer vivir sin responsabilidad, de no poder pensar.

A veces las cosas van un poquito mejor, empiezas a ver algo de luz, pero pronto todo se acaba… Lo que te gustaba hacer deja de tener sentido, lo que deberías sentir se apaga totalmente, ya no te enamoras ni de personas, ni de lugares, ni de cosas.

Lo que antes era un reto o una motivación, ahora es una cuesta arriba que te ahoga, que te marea, que te paraliza, que te hastía, pero tienes toda la suerte del mundo, y no puedes quejarte. Ves realidades más jodidas que la tuya, y comienzas a preguntarte por qué no te sientes dichoso, empiezas a preguntarte qué coño está mal en ti, y quieres alejarte de los que te quieren, porque sabes que aquella granada que estaba a punto de explotar hace años, ya lo acaba de hacer, y tiene muchos heridos.

Los viajes que antes hacías, ya no te ilusionan, y planeas una nueva fantasía que te prometes que vas a cumplir en la esquina de un bar junto a tu móvil. Le enseñas al mundo que no te va tan mal, porque realmente ha habido cosas que han mejorado, pero tú eres incapaz de verlas… La gente te dice que te ve fenomenal, que observan que has crecido, pero tu mente, tu cansancio y tu cuerpo gritan lo contrario. 

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