Pesadilla europea.

Las líneas se difuminaban haciendo parecer que el mundo era infinito y el sol despuntaba con gran calma por el cielo.
Esta vez todo iría bien, no pasarían más hambre y podrían reconstruir sus vidas con ese sueño europeo que tanto habían visto en la televisión de algún bar o que habían escuchado por la zona.
Los días pudieron pasar, tampoco quedaba muy claro, pero el cielo cada vez se ponía más gris, tenían hambre, sed y se hacía infinito el vaivén del transporte.
Las maderas se clavaban cada vez más en su delgado cuerpo y se sentía entumecida, aunque lo realmente duro era mirar a su hijo con esa cara de cansancio, de hambre, de sed... ¿Por qué la vida era tan injusta? ¿Este es el sueño europeo que le habían vendido? ¿Mejoraría o empeoraría?
Muchas preguntas que no podían ser respondidas en ese viaje infinito de soledad, miedos, esperanza y lucha.

Pasó más tiempo, las horas ya no existían y sólo se podían fiar de las mañanas grises con sabor a tristeza y noches en las que la oscuridad te consumía en medio del frío siniestro.
Decían que ya estaban cerca, que posiblemente llegarían pronto y que podrían volver a comenzar su vida de nuevo ¿Sería cierto?
Sin embargo, esa mañana todo cambió el tiempo creó unas olas vertiginosas que acabó con la pequeña barca en la que estaban montados.

Todo estaba húmedo y sentía su cuerpo dolorido, miró alrededor y se encontraba en una gran playa. Pronto, unos señores le dieron una manta con la que taparse, pero lo único que le preocupaba era su hijo.
Se levantó corriendo y no le reconocía en ninguna de las personas que estaban, ninguno era el pequeño rostro de su hijo y comenzó a gritar como una loca.
Finalmente, llegó a una especie de recinto con unas bolsas doradas, no entendía nada, pero comenzó a levantarlas. Helada comprobó que allí estaba su hijo, frío, congelado, muerto; pero no quería aceptarlo, así que comenzó a agitarle y gritarle.
Unos señores le agarraron y ella intentó liberarse agitando su cuerpo, pero estaba muy débil y no pudo; sólo quería llorar y se sentía mareada, vencida, desesperada.

¿Este era su sueño europeo? Por fin, pudo responder a una de sus preguntas: lo que había comenzado como un sueño bonito, había acabado siendo una pesadilla.
Lo peor es que todavía no sabía todo lo que le esperaba vivir...

V.K. Historia de ficción que quizás tenga mucha similitud con la realidad. No olvidemos que nos necesitan y que no podemos perder la humanidad y la empatía por estas personas.

Dedicado a todas las personas que han vivido esto o algo parecido y son unos verdaderos héroes.

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