Infierno.

Siempre cerraba los ojos para no mantenerse cerca de la tierra, no era algo fácil aguantar todo lo que había aguantado hasta ese entonces. Llevaba mucho tiempo intentando cerrar los ojos y evitar los gritos, evitar las imágenes que le venían a la cabeza cada vez que oía a alguien discutir. No podía olvidar lo que esa noche de Julio, cuando escapo de todo aquello sintió, libertad, seguridad, amor, ganas de vivir... Se había criado en un ambiente que para su pequeño corazón era muy duro recordar, nunca es fácil ver como una persona a la que quieres se siente débil y vulnerable, deja herirse... Cada vez que llegaban las ocho y su padre venía de trabajar su cuerpo temblaba, tenía miedo, sabía lo que iba a ocurrir. Nada más abrir la puerta, empezaba a gritar como un cosaco y poco a poco se oían golpes de cosas rotas, él se sentía impotente, más tarde se oía los gritos de su madre "¡Por favor, no me hagas daño!", pero era inútil su padre seguía, le tiraba de los pelos, le pegaba puñetazos, la humillaba... Muchas veces había bajado a defender a su madre, no la entendía, no entendía porque no le denunciaba, huía o dejaba todo, no sabía como podía aguantar tanto, pero él igualmente quería salvar a su madre de aquel infierno, aunque siempre sin existo, volvía a la cama dolorido, con miedo  y con más impotencia que nunca. Pasaron muchos años, esta escena se repetía una y otra vez, solo que con la pequeña diferencia de que cada vez los golpes eran más grandes y cada vez era más peligroso vivir en aquel ambiente. Hasta que un día de Julio, todo cambió, no volvió a ser el mismo, suerte que la tuvo a ella. Ese día, como cada día su padre volvió y empezó con la continua discusión, pero esta vez venía muy borracho, y se encargo de matar a su madre a golpes contra una pared, nunca había visto tanta sangre de golpe, pero lo que de verdad le impacto, a parte de la propia muerte de su madre, que su vida no tenía sentido y que su padre era un asesino, fue la in expresividad de su madre, nunca se imaginó que el día de su muerte la vería con los ojos perdidos, llena de sangre y muerta por alguien al que alguna vez había querido, aunque no lo entendiese. Su padre se quedó mirándole y se fue corriendo al baño. Él no podía creer lo que había pasado, pero le dio tiempo suficiente para recuperarse del suceso y ir a la habitación de su madre y antes de que su padre tirase todo buscar en los cajones para llevarse uno de sus álbumes. Buscó y encontró varios, pero eligió el más especial, no porque destacara por algún rotulo o por lo bonito que era, si no porque tenía un papel dentro, que le interesaba leer, eran las últimas palabras que le quedarían de su madre. Cogió una mochila, pero al salir de la habitación sin sentirlo su padre en frente suyo le miró con cara de odio y le pego un puñetazo, él en el descuido de su padre cuando intento volverle a pegar le dió un empujon y salío corriendo. Fue a casa de su mejor amiga y allí le ayudarón y le acogierón, cuando estaba más tranquilo leyó la carta, en ella explicaba como se había sentido, miedo, desilusión, tristeza... Y explicaba algo que nunca entendió, pero que empezó a comprender... Las personas que maltratan la mayoría de las veces no son denunciados por miedo y porque al principio la victima le quiere, le quiere por lo que fue, no por lo que es en ese momento, por eso te crees todo sobre él y le das oportunidades una y otra vez. El miedo por su parte te paraliza, no piensas con clarida, te ahoga, te mata, te hace llorar, te hace ocultarte... Lo último que ponía en su carta era que si algún día leia esto, que no olvidará que las personas pueden superar todo, la cosa es tenerlo claro desde el principio y no dejar que los problemas fueran a más. Esa misma noche lloró y tembló, no se quitaba a su madre muerta de la cabeza, pero su mejor amiga, se bajo de su cama a la suya, le abrazó y le dijo que nunca le abandonaría y que si algún día tenía la oportunidad de quererla, nunca dejaría que él se hundiera. Él se giró y la besó, en otras condiciones nunca hubiera pasado eso, ni se habrian dicho eso entre los dos, pero la necesitaba. Los padres de ella le ayudarón a denunciar a su padre, el cual paso un gran tiempo en la cárcel, tras muchos procesos judiciales, muy duros. Empezó a vivir en un centro de acogida, pero siempre estaba con ella, sabía que la cuidaría, que era su madre, era él, era todos los deseos que había tenido en un pasado de que nunca ocurriera eso. La quería y no le haría daño. Había sido muy infeliz, pero tenía una historia que contar, algo que me pidió que escribiese, para que desde una forma muy sencilla y externa, hiciera pensar a muchas personas. (V.K) Historia ficticia.

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